En 1804 una nueva Real Cedula ordenaba la construcción de cementerios fuera de las ciudades, prohibiendo que se sepultaran a los fallecidos en las iglesias, como era la costumbre de la época.
Esto conllevó a que se
ordenara la construcción de un cementerio al oeste de la ciudad y para
comunicarse al mismo, tambien hubo que construir un puente sobre el rio
Jigue, ya que los terrenos estaban del otro lado.