La sangre joven ha corrido por la tierra y Cuba llora la muerte de un grupo de sus mejores hijos.
Pero se siente orgullosa. Porque ellos supieron morir. Y supieron vivir.
Esa voluntad generosa y heroica de que hicieron gala nuestros mas eximios patriotas. Esa voluntad que caracterizo a los ocho estudiantes fusilados en 1871 para llevar a cabo su plena inmolacion en el altar de la Patria.
Sus cartas de despedida denotan sufrimiento, dolor, amargura infinita por la vida tronchada en flor, pero no cobardia, vacilacion ni miedo ante la muerte.
Cuan pensamiento fecundo se pierdo la muerte prematura de algunos hombres! Al mirar al grupo tristisimo de aquellos estudiantes de medicina ante el peloton de fusilamiento, instintivamente nos sentimos inclinados a compadecerlos. Si hubieran vivido, quizas hubieran sido pilares inconmovibles de la futura Republica, tal vez habrian emulado el talento organizador del Apostol o acaso hubiesen brillado en el campo de la ciencia medica como Finlay.
Sin embargo su destino estaba sellado. Dios permitio que muerieran apenas la corola de sus vidas se habria entreabierto. Con su muerte prematura merecieron de la Patria un galardon imperecedero y su memoria brilla con destellos mas puros en el cielo cubano.
Aparentemente su sacrificio fue absurdo, inutil. Si hubieran muerto en el campo de batalla su accion heroica evidenciaria la fecundidad de su sangre. Pere sacrificados ante la injusticia de un tribunal parcial y malevolo, no entendemos su muerte. Y sin embargo su sacrifiio era necesario. Olvidemos que las grandes obras exigen sacrificios ocultos, inmolaciones ignoradas. No sabemos la trascendencia de nuestros sufrimientos cuando ellos son causados por nuestra adhesion absoluta a una causa justa.
Asi cayeron aquellos ocho jovenes. Su muerte es una leccion de dignidad. Vale mas morir noblemente que vivir sin decoro.
Hay hombres que viven sin decoro, dijo Marti, y añadio : hay otros que llevan en su alma el decoro de muchos hombres.
De esta ultima clase eran los estudiantes del 71. A ella debemos pertenecer tambien nosotros si aspiramos a dejar a nuestro paso por el mundo una huella indeleble de justicia y de amor.
Publicado en la Revista Marista Noviembre 1958 Ano XIII Num. 3
Publicado en la Revista Marista Noviembre 1958 Ano XIII Num. 3