La tierra holguinera quedó enjuta. Los ríos Jigüe y Marañón se cruzaban a pie. Las siembras y las reses desaparecieron. Todó quedó sumido en la desolación ante la tacañería de la Naturaleza.
En Holguín todo permaneció seco excepto las tierras de LA AGUADA , a donde acudían campesinos de todas partes, a pesar de las largas travesías, a aprovisionarse de agua, según nos data nuestro culto amigo Don Constantino Pupo Aguilera, Ex-Presidente de la Asociación Nacional de Ganaderos.

El Cabildo, a falta de ingresos, se declaró en quiebra. Una noble holguinera, Doña María Victoriana de Avila y González de Rivera vendió sus joyas y recabó un fondo de ayuda para los campesinos pobres.
En las Iglesias se hicieron un sin fin de rogativas, súplicas, y Procesiones peticionarias.
En la región de Guajabales, sus habitantes hicieron la promesa de no cortarse el pelo ni las uñas hasta que el agua volviera a resucitar los muertos campos.
Nos sigue diciendo Don Constantino Pupo Aguilera, que como aquél año tronó mucho en el mes de Enero, desde entonces se hizo popular el versito:
Enero con trueno, Año del CueroCuando el verde-esmeralda de los campos volvieron a lucir su atractivo color, ya la propiedad inmueble había sufrido una notable depreciación. Y lo propio sucedió en otras regiones cubanas.