LOS ÚLTIMOS DÍAS EN LA VILLA BLANCA
DESDE MI BARCA, amarrada junto a uno de los muelles de la confidente Bahía de Gibara: "La Villa Blanca de los cangrejos". Una Barca que busca llevar a Jesús hasta la otra orilla.
OTRA VEZ CON VENTANAS
Colocada la cristalería en los ventanales de la cúpula del Templo.
El soplo furioso de Ike también afectó la cúpula del Templo Parroquial de San Fulgencio, dejando sin cristales las amplias ventanas que crean un espacio diáfano en el crucero del templo.
En medio de todas las dificultades por las que atraviesa la diócesis; cuando hay muchos templos que aún están del todo derrumbados o sin techo, y a pesar de que todavía el nuestro presenta una serie de deterioros, acogemos como un regalo la recuperación de estos ventanales, sin los cuales la tan gibareña combinación de la lluvia y el viento afectaba el interior del recinto, dañando bancos, paredes, las pinturas murales de los cuatro evangelistas, instalaciones eléctricas y luminarias.
“Ahora nos falta preparar una especie de contraventana protectora que se pueda atornillar por la parte de afuera en el caso que amenacen otros ciclones, para que así se proteja la cristalería”, afirmó Javier, uno de los trabajadores que con tanta disposición y laboriosidad permanecieron largas horas subidos en el techo, durante varios días, a pesar de algún que otro aguacero y una llovizna intermitente.
Todavía quedan algunos desperfectos en el techo, salidos a la luz después de las últimas lluvias, pero esperamos poco a poco ir solucionándolos.
La comunidad agradece una vez más a nuestro Obispo, a los miembros de la brigada de reparación y a quienes, desde el anonimato, han sido y son generosos benefactores ante nuestras carencias.
PARA QUE NO HAYA VACÍO
Celebración de la Vigilia de Pentecostés
“Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro”
Secuencia de Pentecostés.
Celebración de la Vigilia de Pentecostés
“Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro”
Secuencia de Pentecostés.
“¿Qué fue lo que hubo anoche en la iglesia?”, preguntaban los curiosos ante los comentarios de los que participaron la noche del sábado 30 en la Vigilia de Pentecostés.
“Hay que repetir esta experiencia”, decían algunos de los laicos que estuvieron durante semanas en su preparación.
Lo que causó tanta satisfacción fue la Vigilia de oración al Espíritu Santo, en la que todos los grupos parroquiales (apostólicos, devocionales) pusieron su granito de arena y pidieron al Dador de Vida un nuevo aliento para la misión que cada uno tiene en este pueblo al que servimos.
Fue emocionante ver en acción: leyendo, comentando, presentando signos u ofreciendo incienso delante del altar a decenas de fieles, (hombres y mujeres; niños, jóvenes y de la tercera edad) que por diversas razones (sobre todo la “pena”) nunca toman una actitud de participantes activos en las celebraciones.
Una celebración muy familiar en la que todo iba fluyendo sin obstáculos, sobre todo ese soplo de vida que Dios nos regala y que nos hace sentir un nuevo ardor para recomenzar, incluso cuando más fatigados estamos.
