La patria se cubre de luto hoy. Recuerda a sus muertos. A todos : a los que cayeron gloriosamente en el campo de batalla y a los que padecieron por redimir un oscuro martirio en la mazmorra infecta y olvidada de una triste prision. Sun nombres... Es imposible recordarlos.
Muchos de ellos fueron heroes anonimos cuya memoria nadie conserva, pero cuyo sacrificio, pero cuyo sacrificio fue inmensamente fecundo. La Patria los ha reunido a todos para celebrar su memoria sin envidias, sin preferencias, sin ese factor, tan sujeto a error, que son los juicios humanos.
Una sola figura parece destacarse en el fulgido fondo de este cuadro grandioso. Es un heroe de proporciones colosales, es el adalid victotorioso de cien combates formidables, es el vastago principal de una familia unica que ha inmolado a todos sus hijos por la libertad de Cuba.
Antonio Maceo lleva en su cuerpo 27 cicatrices que son otros tantos besos de amor que Cuba ha depositado en la herculea constitucion fisica del Titan de Bronce.Aquel mambi pundonoroso y valiente que realizara una de las hazañas guerreras mas espectaculares de todos los tiempos : la Invasion, cayo en el infausto 7 de Diciembre de 1896 en un encuentro sin importancia en el cual completo la obra comenzada 30 años antes, cuando, casi un adolescente, abandono a los suyos para ir a luchar por un alto ideal.
Pronto se señalo a las huestes libertadoras. Su nobleza. su arrojo, su capacidad militar, lo colocaron en poco tiempo en los primeros puestos. Luego vinieron las dificultades, las incomprensiones, las discenciones. Y cuando todos, desalentados y tristes abandonan el campo de batalla, Antonio Maceo, generoso e inconmovible, quiso en un esfuerzo titanico, continuar la lucha despues de su valiente protesta en los Mangos de Baragua.
Pasaron los años, pero la patina del tiempo no pudo borrar sus altos ideales y por eso, deponiendo suspicacias y rencores, el llamamiento del Apostol le hallo pronto a empuñar el machete en 1895.
Las jornadas gloriosas se repitieron. Esta vez fueron los nombres de Peralejo, Sao del Indio, Mal Tiempo, Coliseo, Calimete, Cacarajicara, Montezuelo, Ceja del Negro y otros mil, los que cubrieron su nombre de fama inmortal.
Y cuando el dia fatal del insignificante combate de San Pedro, su cuerpo cayo inerme bajo la metralla enemiga, su memoria quedo definitivamente consagrada en los fastos de la Habana.
La Patria recuerda con emocion esta vida ejemplar, y otras muchas que han quedado ignoradas. En medio de su luto se regocija por el legitimo orgullo de contar con hijos tan preclaros. Y, puesta de rodillas, ante Dios, suplica ardientemente al Señor y a la Virgen de la Caridad que esos sacrificios no queden en vano, que esa sangre derramada no haya sido inutil, en una palabra, que sus hijos de hoy sepan conservar con dignidad y con valor el legado precioso de una Patria Libre, prospera y feliz, conquistada con la sangre de sus hijos de ayer.
Publicado en la Revista Maristas Diciembre 1958 Año XIII Num. 4
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