DESDE MI BARCA,
amarrada junto a uno de los muelles de la confidente Bahía de Gibara:
la Villa Blanca de los cangrejos.
Una Barca que busca llevar a Jesús hasta la otra orilla.
LA GLORIA DE DIOS BRILLA EN SUS SANTOS
Crónica especial sobre la Fiesta Patronal de Gibara
“Un pueblo que no venera a su patrono es un pueblo que se empobrece”, nos decía el P. Vicente Vega en la Santa Misa con la que inaugurábamos el Triduo en honor de San Fulgencio, Patrono de la Villa de Gibara, en el año en que celebramos el 190 aniversario de la creación de la Parroquia.
Con el tema “La conversión, llamada a la comunidad”, reflexionábamos en torno a la necesidad que tiene todo ser humano de hacer un alto en su vida para preguntarse acerca del sentido de la existencia y las posibilidades de hacerla fecunda y plena.
Con el tema “La conversión, llamada a la comunidad”, reflexionábamos en torno a la necesidad que tiene todo ser humano de hacer un alto en su vida para preguntarse acerca del sentido de la existencia y las posibilidades de hacerla fecunda y plena.
El segundo día, tuvimos también el honor y la alegría de ser presididos por Mons. José Necuze, quien, igual que el P. Vicente, sembró la semilla del Evangelio en este pueblo durante muchos años.
El P. Necuze nos ayudó a reflexionar en torno a la Reconciliación como la dinámica que nos hace vivir en comunidad, dejar atrás nuestros prejuicios y reconocer la riqueza que hay en los demás, al mismo tiempo que ofrecemos a los demás lo mejor de nosotros mismos.
En la víspera de la fiesta, nos congregamos un poco más tarde de lo acostumbrado, para hacer vigilia, en espera de las doce de la noche, momento en que comenzaba el día de nuestro Santo Patrono. En la Eucaristía de la Vigilia, el P. Ángel Andrés, nuestro párroco, además de proponernos la meditación en torno al tema de la comunión, esencia de la vida cristiana, nos ayudó a pensar como la Fiesta patronal de San Fulgencio, y el elemento cristiano en general, está en la raíz de la cultura gibareña, aunque a veces se olvide o se esquive.
“En estos días la Villa de Gibara celebra la semana de la cultura. Una cultura que, como todas, entraña una amalgama de elementos, pero que tiene su origen claro en una base cristiana muy sólida, que ha aportado, no solo a Gibara, sino a toda Cuba, un alma con vocación de amor, que es la esencia de la fe cristiana”.
Y hablándonos de nuestro Santo Patrono, nos decía: “De San Fulgencio conocemos poco. Pero no es un santo del que no se sepa su origen. Tiene una familia. Pertenece a un pueblo: Cartagena, un pueblo de mar, donde hay pescadores, hay redes y hay barcos, y hay gente que por las tardes se sienta un rato a ver el sol que se esconde, sabiendo que mañana será otro día y que lo que hoy no se pudo lograr, se logrará mañana.
No hay que saber mucho de su biografía para poder afirmar que, Fulgencio, como todo hombre o mujer que viene a este mundo, sueña con ser feliz, porque desde que Dios lo creó con la ternura de sus manos, sembró en su corazón el deseo de ser divino, de volver al lugar de donde salió: al seno de Dios. Por eso, antes que Fulgencio mismo se lo imaginara, Dios soñaba con él, con su felicidad, con la plenitud de sus deseos más nobles y puros, como lo hace conmigo y contigo.
Por eso, cuando Dios llamó a Fulgencio, Fulgencio descubrió en Dios lo que su corazón buscaba. ¿Cuántos de nosotros podemos decir con certeza esta noche qué es lo que busca nuestro corazón?, ¿por qué vivimos?, ¿qué es aquello por lo que trabajamos, estudiamos...? ¿Cuál es la meta de nuestra vida?”
Y así, celebramos la Eucaristía de la Vigilia, hasta que, terminado el momento de la Comunión, dos lectores comenzaron a presentarnos momentos de la vida de San Fulgencio, apuntes de la historia de Gibara y otros datos interesantes, mientras se iban intercalando poemas y canciones, dedicados tanto al Santo Patrono como a la Villa que también lleva su nombre.
A las doce de la noche, un repique de campanas nos daba la señal para comenzar a cantar con voz emocionada el Himno de Gibara, y felicitarnos por nuestra fiesta mientras compartíamos un té.
Al día siguiente nos congregamos a las ocho de la noche para la Misa Solemne de San Fulgencio. Esta vez no solo los gibareños, sino también fieles de las comunidades de Bocas, Candelaria, Santa María, Cantimplora y Potrerillo. Vinieron también las hermanas Hijas de Jesús, desde Velasco y hasta un pequeño grupo de San Germán, acompañados de su párroco, el P. Adonis González, se nos unió a la fiesta.
Al llegar al templo, todos reparaban en la ornamentación preparada para el Patrono, cuya imagen se alzaba sobre un barco de vela, en el cual se podían apreciar algunos instrumentos propios de la pesca.
La Misa fue presidida por Mons. Emilio Aranguren, nuestro Obispo, y concelebrada por los PP. Adonis, Roberto y Ángel Andrés.
El Obispo resaltó la importancia de que una comunidad sea integradora y se sienta una sola familia, aunque esté formada por muchas pequeñas comunidades. Habló también de la responsabilidad de un pastor al frente de una comunidad cristiana, recordó que esa misión también la tuvo San Fulgencio y animó a las comunidades presentes a no tener miedo de seguir a Cristo y anunciar el Evangelio.
Al final de la Misa, como ya es costumbre hicimos la procesión con la imagen de San Fulgencio en torno al Parque Calixto García. Mientras caminábamos fuimos rezando por todas las necesidades de nuestro pueblo y dando gracias a Dios porque nos manifiesta su cercanía en cada momento de nuestra historia.Con un fraterno compartir y una ligera merienda, fuimos regresando a nuestras comunidades satisfechos de haber celebrado la gloria de Dios en la vida de uno de sus santos, posibilidad que nos anima a nosotros a llegar a nuestra meta.
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